Publicado en El Nacional el 21 de febrero de 2010
LEYES Una ordenanza de convivencia ciudadana que no se cumple rige desde 2006
En Caracas, la culpa siempre la tiene otro
Entorpecer el tránsito de peatones o de vehículos y arrojar basura son las reglas más infringidas
LISSETTE CARDONA
lcardona@el-nacional.com
La práctica de jugar con agua y otros líquidos en la calle constituye una infracción al artículo 12 de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, promulgada por la Alcaldía Metropolitana en Caracas en 2006, pero convertida en letra muerta en una ciudad donde parece reinar el caos. Cada participante en los desórdenes ocurridos el pasado Martes de Carnaval en el bulevar de Sabana Grande, donde hubo un enfrentamiento vandálico que aterrorizó a vecinos y transeúntes, debió haber sido sancionado. En el sitio quedaron, como evidencia de lo ocurrido, cientos de envases utilizados como objetos contundentes para agredir y disimular atracos. Los vecinos aún esperan respuestas. La desobediencia de las normas en Caracas es algo cotidiano. Transitar por la avenida principal de Los Ruices, por ejemplo, es un suplicio. Quienes van a pie deben esquivar motos y carros estacionados sobre la acera. Algunos optan por caminar por la calzada, pero entonces se convierten en un impedimento para el libre tránsito automotor. Entre los peatones se encuentran los fiscales de tránsito. Mariluz Celada camina por el lugar y dice que, para evitar el caos, prefiere tomar el transporte público. Considera un abuso que se use la acera como estacionamiento. Francisco Suárez está entre los que estaciona su moto sobre la acera. Indica que lo hace porque el Seniat lo obliga: "No nos dejaron espacio para estacionar, y tenemos que pararnos en la acera para hacer las diligencias". Uno de los fiscales trata de pasar a toda carrera para evitar ser entrevistado, y al ser interrogado sobre su inacción esgrime: "Voy a buscar la boleta" y se pierde entre la multitud. Los transeúntes aplauden las denuncias contra los motorizados, pero cruzan a mitad de la calle ignorando las señalizaciones. En Caracas la culpa siempre la tiene otro. Lo que es el día a día en esa avenida y en muchas otras se incluye en las violaciones flagrantes a la ordenanza.
Multas y sanciones. Los ciudadanos que orinan en plena vía pública, arrojan basura o la colocan en la calle fuera del horario de recolección, los que escupen, pintan paredes o fijan carteles, los que mendigan o pernoctan en lugares públicos violan la ley cuya sanción mínima es una multa de 10 unidades tributarias, es decir, 650 bolívares. Pero la ordenanza no se obedece ni se hace cumplir.
El psicólogo social Leoncio Barrios indica que ese comportamiento debe atribuirse a la impunidad: "Cuando no hay consecuencias para la violación a la ley, la infracción de las ordenanzas pasa a ser un hecho más de una cadena". Barrios cree que debería haber vigilancia estricta del cumplimiento de las normas; sin embargo, las autoridades no son consecuentes con la aplicación y en muchos casos se dejan sobornar. Todo forma parte de la llamada viveza criolla. "Hay impunidad para el funcionario que se deja sobornar y para el que soborna y comete la infracción", afirma.
Ando por la calle y reporto lo que pasa. Busco la noticia, aunque a veces, ella me encuentra a mi.
sábado, 29 de mayo de 2010
En Caracas, la culpa siempre la tiene otro
Etiquetas:
Caracas,
Ciudadanos,
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sábado, 29 de mayo de 2010
En Caracas, la culpa siempre la tiene otro
Publicado en El Nacional el 21 de febrero de 2010
LEYES Una ordenanza de convivencia ciudadana que no se cumple rige desde 2006
En Caracas, la culpa siempre la tiene otro
Entorpecer el tránsito de peatones o de vehículos y arrojar basura son las reglas más infringidas
LISSETTE CARDONA
lcardona@el-nacional.com
La práctica de jugar con agua y otros líquidos en la calle constituye una infracción al artículo 12 de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, promulgada por la Alcaldía Metropolitana en Caracas en 2006, pero convertida en letra muerta en una ciudad donde parece reinar el caos. Cada participante en los desórdenes ocurridos el pasado Martes de Carnaval en el bulevar de Sabana Grande, donde hubo un enfrentamiento vandálico que aterrorizó a vecinos y transeúntes, debió haber sido sancionado. En el sitio quedaron, como evidencia de lo ocurrido, cientos de envases utilizados como objetos contundentes para agredir y disimular atracos. Los vecinos aún esperan respuestas. La desobediencia de las normas en Caracas es algo cotidiano. Transitar por la avenida principal de Los Ruices, por ejemplo, es un suplicio. Quienes van a pie deben esquivar motos y carros estacionados sobre la acera. Algunos optan por caminar por la calzada, pero entonces se convierten en un impedimento para el libre tránsito automotor. Entre los peatones se encuentran los fiscales de tránsito. Mariluz Celada camina por el lugar y dice que, para evitar el caos, prefiere tomar el transporte público. Considera un abuso que se use la acera como estacionamiento. Francisco Suárez está entre los que estaciona su moto sobre la acera. Indica que lo hace porque el Seniat lo obliga: "No nos dejaron espacio para estacionar, y tenemos que pararnos en la acera para hacer las diligencias". Uno de los fiscales trata de pasar a toda carrera para evitar ser entrevistado, y al ser interrogado sobre su inacción esgrime: "Voy a buscar la boleta" y se pierde entre la multitud. Los transeúntes aplauden las denuncias contra los motorizados, pero cruzan a mitad de la calle ignorando las señalizaciones. En Caracas la culpa siempre la tiene otro. Lo que es el día a día en esa avenida y en muchas otras se incluye en las violaciones flagrantes a la ordenanza.
Multas y sanciones. Los ciudadanos que orinan en plena vía pública, arrojan basura o la colocan en la calle fuera del horario de recolección, los que escupen, pintan paredes o fijan carteles, los que mendigan o pernoctan en lugares públicos violan la ley cuya sanción mínima es una multa de 10 unidades tributarias, es decir, 650 bolívares. Pero la ordenanza no se obedece ni se hace cumplir.
El psicólogo social Leoncio Barrios indica que ese comportamiento debe atribuirse a la impunidad: "Cuando no hay consecuencias para la violación a la ley, la infracción de las ordenanzas pasa a ser un hecho más de una cadena". Barrios cree que debería haber vigilancia estricta del cumplimiento de las normas; sin embargo, las autoridades no son consecuentes con la aplicación y en muchos casos se dejan sobornar. Todo forma parte de la llamada viveza criolla. "Hay impunidad para el funcionario que se deja sobornar y para el que soborna y comete la infracción", afirma.
LEYES Una ordenanza de convivencia ciudadana que no se cumple rige desde 2006
En Caracas, la culpa siempre la tiene otro
Entorpecer el tránsito de peatones o de vehículos y arrojar basura son las reglas más infringidas
LISSETTE CARDONA
lcardona@el-nacional.com
La práctica de jugar con agua y otros líquidos en la calle constituye una infracción al artículo 12 de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, promulgada por la Alcaldía Metropolitana en Caracas en 2006, pero convertida en letra muerta en una ciudad donde parece reinar el caos. Cada participante en los desórdenes ocurridos el pasado Martes de Carnaval en el bulevar de Sabana Grande, donde hubo un enfrentamiento vandálico que aterrorizó a vecinos y transeúntes, debió haber sido sancionado. En el sitio quedaron, como evidencia de lo ocurrido, cientos de envases utilizados como objetos contundentes para agredir y disimular atracos. Los vecinos aún esperan respuestas. La desobediencia de las normas en Caracas es algo cotidiano. Transitar por la avenida principal de Los Ruices, por ejemplo, es un suplicio. Quienes van a pie deben esquivar motos y carros estacionados sobre la acera. Algunos optan por caminar por la calzada, pero entonces se convierten en un impedimento para el libre tránsito automotor. Entre los peatones se encuentran los fiscales de tránsito. Mariluz Celada camina por el lugar y dice que, para evitar el caos, prefiere tomar el transporte público. Considera un abuso que se use la acera como estacionamiento. Francisco Suárez está entre los que estaciona su moto sobre la acera. Indica que lo hace porque el Seniat lo obliga: "No nos dejaron espacio para estacionar, y tenemos que pararnos en la acera para hacer las diligencias". Uno de los fiscales trata de pasar a toda carrera para evitar ser entrevistado, y al ser interrogado sobre su inacción esgrime: "Voy a buscar la boleta" y se pierde entre la multitud. Los transeúntes aplauden las denuncias contra los motorizados, pero cruzan a mitad de la calle ignorando las señalizaciones. En Caracas la culpa siempre la tiene otro. Lo que es el día a día en esa avenida y en muchas otras se incluye en las violaciones flagrantes a la ordenanza.
Multas y sanciones. Los ciudadanos que orinan en plena vía pública, arrojan basura o la colocan en la calle fuera del horario de recolección, los que escupen, pintan paredes o fijan carteles, los que mendigan o pernoctan en lugares públicos violan la ley cuya sanción mínima es una multa de 10 unidades tributarias, es decir, 650 bolívares. Pero la ordenanza no se obedece ni se hace cumplir.
El psicólogo social Leoncio Barrios indica que ese comportamiento debe atribuirse a la impunidad: "Cuando no hay consecuencias para la violación a la ley, la infracción de las ordenanzas pasa a ser un hecho más de una cadena". Barrios cree que debería haber vigilancia estricta del cumplimiento de las normas; sin embargo, las autoridades no son consecuentes con la aplicación y en muchos casos se dejan sobornar. Todo forma parte de la llamada viveza criolla. "Hay impunidad para el funcionario que se deja sobornar y para el que soborna y comete la infracción", afirma.
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Ando por la calle buscando la noticia, aunque a veces ella me encuentra.
Acá está el testimonio de lo ya publicado y de algunas cosas que han quedado por fuera y que solo pueden ver luz gracias a este blog
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